Una vez, parada frente a mi clóset, viendo un abrigo que amo con locura, me descubrí a punto de dejarlo colgado solo porque "ya me lo han visto puesto". Lo miré, lo pensé, y la duda me atravesó; ¿desde cuándo repetir ropa se volvió una especie de vergüenza pública?
¡No me digan que no les ha pasado! A todas y todos en mayor o menor medida, nos ha susurrado esa vocecita que dice: "Te van a ver con lo mismo otra vez y van a pensar que no tienes más ropa." Como si fuese un crimen fashionista digno del señalamiento público.
Vivimos dentro de un sistema que premia tanto el consumo que terminamos confundiendo el exceso con la fascinación fashionista y donde repetir ropa parece sinónimo de escasez, de falta, de no estar 'a la moda'.
¿En qué momento la autenticidad fue reemplazada por la novedad compulsiva?
La industria de la moda —más específicamente el monstruo del fast fashion— no solo nos vende ropa. Nos venden ansiedad, insatisfacción crónica y ranking social. ¿de cuando acá lograron convencernos de que 'más' es igual a 'mejor'?.
En medio de una realidad tan compleja como la actual en donde se premia con elogios y aplausos a quien 'más tiene', repetir se vuelve un acto de rebeldía.
No hay mejor señal de una buena compra que la repetición y sin duda si usted repite una prenda es porque esa prenda es de buena calidad, es atemporal y sobretodo le encanta.
Pero además seamos sinceras: ¿de verdad la gente está tan pendiente de nuestra ropa como creemos?, ¿quién lleva el conteo?, ¿hay una fiscalía de los atuendos repetidos allá afuera tomando nota? La respuesta a estas preguntas es incómoda pero real: No le importamos tanto a los demás. Sin embargo las redes sociales se han encargado de hacernos creer que sí y nos ha convencido de preocuparnos mas del outfit que vamos a mostrar en nuestra siguiente publicación que por el vínculo real que tenemos con la ropa que usamos y que nos representa frente al mundo.
Es así que terminamos comprando ropa que no necesitamos, que solo usaremos una vez, que colapsará en el fondo del armario o terminará en una bolsa negra con destino incierto. Todo porque nos dijeron que lo 'viejo' cansa, y que lo repetido aburre, pero ¿y si fuera al revés?¿Y si la ropa buena —la realmente buena— es la que sobrevive al tiempo, al cuerpo cambiante, a las modas pasajeras, a las fotos de Instagram?
¿Y si una prenda que se repite no es una prueba de carencia sino una medalla de oro al consumo consciente?
Repetir ropa no solo es sensato, es necesario y es un reto a nuestra creatividad; porque cada prenda trae consigo cientos de posibilidades. Repetir ropa es una forma de desafiar un sistema que se alimenta de nuestra inseguridad.
Tal vez repetir ropa no sea un error de estilo…sino el comienzo de un romance duradero con nuestro propio clóset.
Porque al final del día, ¿quién necesita estrenar, cuando podemos volver a enamorarnos de lo que ya tenemos?