Consumir local: Más que una tendencia, una transformación esencial

Por Daniela Osorio
¿Quién no ha caído en la tentación de comprar nuestra ropa en esas tiendas de ‘emporios' de moda rápida que nos venden la idea de estar comprando cosas trendy a un precio cómodo? Todos hemos sucumbido al deseo de llevar una prenda nueva a nuestro closet que puede que ni siquiera necesitemos, pero… ¿por qué no aprovechar si la tengo al alcance de mi mano? A eso le apuestan las marcas de Fast Fashion. No sólo nos permiten estar a la ‘moda’, sino que nos lo ponen tan fácil que nos dejan sin excusas para decir NO.
Hace un tiempo, realicé una encuesta en mi cuenta de Instagram personal, preguntando cuáles eran las razones por las que las personas compraban Fast Fashion, y recibí todo tipo de respuestas. Desde las más radicales, que con orgullo me decían que no compraban esas marcas, hasta las que se tomaron el tiempo de explicarme algunas de sus razones. Entre ellas estaban las tallas, los precios y la facilidad. Todas estas respuestas podrían ser fácilmente debatibles, pero con sorpresa, recibí una respuesta común que me inquietó profundamente: muchas personas, a pesar de tener claras las problemáticas de estas marcas, afirmaron que seguían consumiendo Fast Fashion por la falta de alternativas.
Este fue el comentario que más me hizo reflexionar. Porque, aunque algunos puedan creer que no existen otras opciones, en realidad, el problema no es la falta de alternativas, sino la falta de conocimiento sobre ellas. La comodidad juega un papel fundamental en nuestras decisiones de compra, pero, ¿realmente es mejor lo “malo conocido” que lo “bueno por conocer”? ¿Estamos tan enajenados por las tendencias y por lo que estos conglomerados nos dicen que debemos usar para sentirnos fashion, que nos cuesta pensar en una moda más allá de las marcas con prácticas medioambientales, sociales, éticas y laborales cuestionables?
El poder de elección al momento de comprar es un privilegio enorme. Pero si podemos elegir, ¿por qué no ampliar nuestras opciones? Si hablamos de decisiones cómodas para nuestro bolsillo, puedo decir con certeza que existen muchas marcas pequeñas, menos visibles, pero sin duda más innovadoras, que ofrecen diseños de excelente calidad a precios muy justos.
Una de las respuestas más comunes que recibo cuando hablo de comprar local es: “Claro, pero comprar ropa local siempre sale más caro”. Y la verdad, en algunos casos sí es cierto, pero no en todos. Hay muchos emprendimientos pequeños que podemos encontrar en redes sociales, que, aunque no sean grandes marcas, son negocios que se preocupan por ofrecer excelente calidad y una atención al cliente excepcional.
Lo cierto es que lo que realmente estamos pagando al comprar local es la calidad, la manufactura, la remuneración justa a sus colaboradores y el compromiso con producciones menos masivas, lo cual, por ende, impacta positivamente en el medio ambiente.
Al final del día, ¿no vale más la pena un producto que tiene una historia, una persona detrás y un proceso ético, que una prenda reproducida miles y miles de veces, que llega desde un país lejano y que está  hecha sin ningún tipo de conciencia sobre el impacto social y ecológico?

Aquí es donde las tiendas multimarcas juegan un papel fundamental. Se han convertido en un puente entre el diseño local y el consumidor masivo, visibilizando el trabajo de muchos diseñadores y marcas emergentes que, muchas veces, no cuentan con las plataformas necesarias para ampliar su alcance. La moda no es solo una forma de expresión; es un manifiesto cultural y, por supuesto, una actitud política. Estas tiendas multimarcas no solo venden prendas, venden ideas, historias y, sobre todo, creatividad.
Ahora, esto no significa que todo lo que venga de fuera sea malo. Simplemente, necesitamos ser más críticos con lo que compramos. La globalización puede ser positiva, sí, pero también ha sido un factor determinante en la homogeneización de la moda. Entonces, ¿por qué no empezar a mirar hacia adentro?, ¿por qué no apoyar con nuestras compras a esas marcas pequeñas o diseñadores emergentes que, con su originalidad y esfuerzo, también están impulsando la economía de este país? 
Al final, cada prenda que elegimos habla de quiénes somos, de lo que valoramos y de cómo decidimos ser partícipes del mundo que construimos. Apoyar lo local no es solo un acto de consumo, es una declaración de principios. Es un rechazo a la cultura de la desechabilidad, un cuestionamiento a la velocidad con la que consumimos y descartamos, y una afirmación de que la moda puede ser más que una tendencia fugaz. Elegir lo local es elegir un futuro donde el ingenio, la ética y la sostenibilidad no sean una excepción.

 

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