Por Paola Lozano
Andrea Landa, es la marca homónima de una imponente paisa que ha conquistado el mundo de la moda colombiana a punta de cuero, pero no de una manera tradicional.
'La tradición en esta marca proviene de la técnica y de la maestría con la que el equipo de artesanos que trabajan con Andrea tejen las pieles, sí, son pieles tejidas provenientes de curtiembres, de los desechos que quedan después de procesar carne animal.'

Seguramente muchos animalistas cuestionarían el trabajo de Andrea porque en nuestra contemporaneidad vemos inconcebible utilizar pieles; percibido como un acto sádico, un acto cuestionable, señalado y hasta atacado como le sucedió a Samantha Jones en Sex and The City al salir de un fashion show y ser embarrada con pintura roja por el simple hecho de usar un abrigo de piel. Para mí, contrario a lo que muchos puedan pensar, Andrea Landa es un artista del cuero, es un artista que ve en lo imperfecto belleza, que no busca uniformidad en sus diseños sino experimentar en técnicas.
Ver, sentir y probarse una pieza de Andrea Landa, es envolverse en un manifiesto de innovación a las tradiciones, un encuentro entre lo que es la apuesta de diseño contemporáneo haciéndose vivo gracias al reconocimiento del saber artesanal. Detrás de cada costura y cada entramado de pequeños hilos de cuero existen las manos de artesanos que, con más de treinta años de experiencia, han trabajado este material pero que con la visión de Andrea han abierto nuevamente la pregunta de si acá en Latinoamérica o, para no irnos tan lejos, en Colombia el lujo existe. Diseñadores como Andrea que en sus ateliers cuentan con maestros de la confección, maestros de la costura y del trabajo manual transmitido de generación en generación me permiten constatar que a eso que llaman lujo y colinda con la alta costura sí existe en América Latina, gracias a visiones como las de Andrea.
